En 1983 el billete de $200, tal vez el mejor diseño de la familia, dedicado por entero a honrar la Expedición Botánica en la conmemoración de su bicentenario. En efecto, si se observa con detalle, el diseño de este signo presenta en su totalidad elementos asociados a la magna obra en conmemoración y al personaje objeto del motivo principal: José Celestino Mutis, cuyo retrato aparece armónicamente rodeado de elementos secundarios, ornamentos, orlas y reproducciones gráficas obtenidas principalmente de los dibujos originales elaborados por el equipo de botánicos que bajo la dirección de Mutis, permitieron cumplir la titánica labor de clasificación taxonómica de las especies de la flora de la Nueva Granada. Reverso  tiene la imagen del Claustro y de la Iglesia La Bordadita de la Universidad del Rosario.

José Celestino Mutis Bossio,  (1732 - 1808) El Anfiteatro Anatómico Español,  1876, Tamaño de la imagen original (1338 x 1631 px) lugar Real Academia Medicina. Autor (M. TERIIE) artista desconocido.
José Celestino Mutis Bossio, (1732 - 1808) El Anfiteatro Anatómico Español, 1876, Tamaño de la imagen original (1338 x 1631 px) lugar Real Academia Medicina. Autor (M. TERIIE) artista desconocido.

LÁMINA DE LA FLORA ESTUDIADA EN LA EXPEDICIÓN

 

El proyecto expedicionario permitía el adiestramiento de un grupo de naturalistas, formados por Mutis, para colaborar en sus trabajos de campo. Por esta razón, en Bogotá se abrió una Casa Botánica donde se formaron numerosos licenciados de pluma y herbolarios que estudiaron la historia natural y que realizaron láminas de excepcional calidad. Entre los dibujantes destacaban Salvador Rizo y Francisco Javier Mutis, que fue calificado por Humboldt como el mejor ilustrador botánico del mundo. Años más tarde, el médico y botánico bogotano José Jerónimo Trianacontribuyó decisivamente a la determinación de las especies. También fue relevante su herbario y su biblioteca.

Su obsesión por pintar plantas desde su entorno natural, el respeto por el sistema linneano y la reproducción con colores naturales le permitió realizar extraordinarias colecciones de dibujos de la flora colombiana y encontrar algunos pies de quinos.

Entre sus colaboradores más notables, que extendieron la cobertura geográfica a estudiar, estaban sus sobrinos José y Sinforoso Mutis, este último exploró el norte del virreinato y la isla de Cuba, recogiendo materiales y participando en el negocio de la quina; el científico naturalista Francisco José Caldas, que fue responsable de la observación astronómica, consiguiendo además un extensísimo herbario de las tierras de Ecuador; fray Diego García, que reunió un amplio muestrario de fauna y geología desde el Alto Valle del Magdalena, entre La Palma y Timaná, hasta la zona de los Andaquíes; Eloy Valenzuela, subdirector de la expedición, que efectuó colecciones en Santander y, más tarde, en Bucaramanga; el botánico Francisco Antonio Zea, quien llegó a ser director del Real Jardín Botánico de Madrid; y Jorge Tadeo Lozano,que  fue responsable de los trabajos zoológicos. Sus trabajos botánicos fueron la fuente de la Historia natural del Nuevo Reino de Granada.

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Barón  Alexander von Humboldt (1769-1859)
Escudo de oro,  un árbol de sinople terrazado del mismo,  con tres estrellas de 6 puntas de plata, distribuidas de uno y dos. Bajo el escoltado de un arcángel en guardia. 

Alexander von Humboldt

Alexander von Humboldt
AvHumboldt.jpg
Alexander von Humboldt, pintado por Joseph Stieler, 1843
 
 
Alexander von Humboldt, 1806.
Alexander von Humboldt, 1857, dos años antes de su deceso.

Friedrich Wilhelm Heinrich Alexander Freiherr von Humboldt 
(Berlín14 de septiembre de 1769 - 6 de mayo de 1859), mejor conocido en español como Alejandro de Humboldt, fue un polímatageógrafoastrónomohumanistanaturalista y explorador prusiano, hermano menor del lingüista y ministro Wilhelm von Humboldt.

Es considerado el «padre de la geografía moderna universal». Fue un naturalista de una polivalencia extraordinaria, que no volvió a repetirse tras su desaparición. Sus viajes de exploración le llevaron desde Europa a América del Sur y del Norte hasta Asia Central. Se especializó en diversas áreas de la ciencia como la etnografía, la antropología, la física, la zoología -especialmente en ornitología-, la climatología, la oceanografía, la astronomía, la geografía, la geología, la mineralogía, la botánica, la vulcanología y el humanismo.

 

Discos giratorios

Las sociedades que habitaron los altiplanos de Túquerres e Ipiales entre los siglos VI y XV d.C. utilizaron objetos rituales entre los cuales se destacan unos discos de metal que tal vez se hacían girar en ceremonias religiosas. Fueron encontrados, en su mayoría, en tumbas profundas como parte del ajuar funerario de los señores principales.

Los discos son placas circulares con diámetros que oscilan entre 15 y 18 centímetros. Tienen en la parte central un agujero por el que se pasaba un cordón anudado en uno de los extremos. Los agujeros presentan huellas de desgaste, lo que sugiere que los discos fueron suspendidos del cordón y puestos a girar, posiblemente para producir efectos lumínicos que, junto con el movimiento, podían generar en los espectadores estados alterados de conciencia o de hipnosis durante las ceremonias y los rituales.

Estos discos, con un espesor homogéneo de medio milímetro en promedio, son láminas hechas de aleación de oro y cobre, denominada tumbaga. Fueron primero fundidas, luego martilladas y finalmente decoradas. Los diseños geométricos, que incluyen líneas, círculos, triángulos y espirales (Imagen del diseño de varios discos), se obtuvieron de la combinación de tonos claros y oscuros, y superficies mates y brillantes logradas a partir de la combinación de diversas técnicas como el dorado por oxidación, el pulimento radial y el raspado zonificado.
Hasta donde sabemos, estas complejas técnicas de acabado superficial no fueron conocidas por los orfebres prehispánicos de ninguna otra región de América.

Se destaca que su decoración es igual por ambas caras.

La perfección de su manufactura, forma y diseño nos conduce a pensar no solo en el eficiente manejo de sofisticadas técnicas metalúrgicas, sino en el alto grado de abstracción alcanzado por sus artífices. Los señores principales utilizaron estos conocimientos para reforzar su poder y status social y comunicar mensajes relacionados con simbolismo mágico-religioso.

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Antonio Caballero y Góngora

 

6 de julio de 1782: El clérigo cordobés Antonio Caballero y Góngora fue una de las figuras más importantes en los últimos años coloniales de la Nueva Granada. Nació en el seno de una familia noble el 24 de mayo de 1723. Desde muy joven se encaminó en la vida religiosa y los estudios que desarrolló en el Imperial Colegio de Santa Catalina sirvieron de apoyo a esta elección. En 1750 fue ordenado presbítero y capellán real. Desde este nombramiento destacó por ser un sacerdote bastante culto y disciplinado, aunque su formación también permitió que fungiera ocasionalmente como diplomático. En 1767 se retiró al convento de San Felipe Neri en Córdoba evitando la polémica que se dio con la expulsión de los jesuitas. En 1774 regresó a la vida pública y dos años después fue nombrado obispo de Yucatán, suceso que cambió el curso de su vida.

Caballero y Góngora apenas vivió un año en México ya que en 1777 fue nombrado arzobispo de Santa Fe de Bogotá. La llegada de este personaje marcó todo un hito en la ciudad, no solo por el prestigio que lo acompañó sino por la biblioteca y ajuar –en el cual estaban incluidas varias obras de arte- que trajo consigo. En el ejercicio de su arzobispado el cordobés hizo parte activa de los personajes que enfrentaron la crisis más profunda que sufrió el régimen colonial: la revolución de los comuneros. Este levantamiento popular surgió en el actual Santander y se originó por el descontento ante las reformas borbónicas que comenzaron a implementarse en el virreinato. Con el lema de “¡¡Viva el rey y muera el mal gobierno!!” indígenas, mestizos, criollos y blancos pobres se levantaron en armas esperando reversar el curso de las medidas tomadas, entre ellas el alza a varios impuestos. Antes de que el movimiento tomase una cariz social más peligroso varias figuras del gobierno de Santa fe plantearon unas capitulaciones en Zipaquirá con los líderes de más de 10.000 rebeldes (algunas fuentes aseguran que fueron 20 000) que amenazaban con entrar a la ciudad. El arzobispo tomó el protagonismo de la situación y firmo unos acuerdos que terminaron por desbaratar al movimiento popular. Posteriormente las capitulaciones fueron anuladas y Caballero y Góngora recomendó que se persiguiera a algunos cabecillas populares de la rebelión entre los cuales se destacaba José Antonio Galán. Al parecer el propio arzobispo también tuvo que ver con la cruel sentencia que se le cargó al líder comunero. También encabezó la represión social y moral que se emprendió en el virreinato después de sofocado el movimiento.

El 6 de julio de 1782 fue nombrado virrey por la corona española en recompensa a su actuación política en la resolución de la amenaza comunera. Caballero y Góngora es retratado por algunos como el cruel e implacable represor de los comuneros neogranadinos, pero también fue un personaje que contribuyó al ingreso de nuevas corrientes educativas y de pensamiento en el virreinato. Apoyó la creación de la Expedición Botánica, fomentó el desarrollo de la minería y favoreció la enseñanza de las matemáticas y de las nuevas tendencias científicas que circulaban en Europa. En 1789 regresó a su Córdoba natal, ciudad en la cual ocupó el obispado. Falleció allí en el año de 1796.

Arzobispo Antonio Caballero y Góngora, siglo XVIII. Óleo de Pablo Antonio García del Campo. Colección Museo Colonial - Museo Iglesia Santa Clara.
Arzobispo Antonio Caballero y Góngora, siglo XVIII. Óleo de Pablo Antonio García del Campo. Colección Museo Colonial - Museo Iglesia Santa Clara.

 Claustro y de la Iglesia La Bordadita de la Universidad del Rosario.
Claustro y de la Iglesia La Bordadita de la Universidad del Rosario.

 Siglo XVII

Con autorización del rey Felipe IV, el arzobispo de Santa Fe, fray Cristóbal de Torres, fundó en 1653 el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. Fue la tercera universidad más antigua de Colombia, detrás de la Pontificia Universidad Javeriana fundada en 1623 (la segunda más antigua) y de la Universidad Santo Tomás, de 1580. El Rosario es la única que no ha interrumpido su actividad.

Inicialmente, el Fundador designó a dos frailes dominicos como Rector y Vicerrector respectivamente, pero se reservó el derecho de nombrar a los Colegiales que gozarían de beca completa y vivirían en el claustro, hasta su grado, más o menos durante siete años.

Al no haber designado entre estos primeros alumnos a ningún religioso de la orden de Santo Domingo los frailes, que consideraban el Colegio como un bien propio adquirido por donación, protestaron ante el Fundador quien en respuesta dictó las Constituciones que aún hoy rigen en lo esencial y demandó a la Orden para que entregara el Colegio a los Colegiales de Número.

Desde su fundación, fue pensada como una universidad “de” y “para” sus estudiantes, a quienes les fue entregada a través de las Constituciones. De hecho, a pesar de la posterior demanda interpuesta por la Orden de los Dominicos en contra de sus órgano de gobierno, siguió la tradición "Universitas Scholarium" del Estudio de Bolonia, distinta de la "Universitas Magistrorum", vigente para entonces en la Universidad de La Sorbonna en París.

Siglo XVIII

Por la Real Cédula de 1768 de Carlos III, es reconocido como un "Real Colegio Mayor de Estatuto" al igual que los seis Colegios Mayores de España, con lo cual se continúa en América la tradición universitaria del Estudio de Salamanca. El fundador estableció como símbolo la Cruz de Calatrava y dictó las Constituciones, que rigen la organización. Las Constituciones originales de la Universidad fueron redactadas por De Torres y publicadas por Cristóbal de Araque Ponce de León, rector perpetuo del Colegio.

De 1762 a 1767, José Celestino Mutis fue catedrático en la Universidad del Rosario, dictando clases de Matemáticas, Física y Ciencias Naturales en Latín. Hoy en día sus restos mortales reposan junto a los del fundador en la histórica capilla de la universidad: La "Capilla de La Bordadita", patrimonio histórico de la Nación. Varios de las más importantes figuras de la independencia de Colombia fueron alumnos de la universidad, algunos de ellos fueron Jorge Tadeo Lozano, Camilo Torres Tenorio y Francisco José de Caldas. Durante el periodo de la Reconquista Española el claustro de la universidad fue convertido en cárcel, pero no dejaron de dictarse las respectivas clases.

Durante éste período sus aulas tuvieron presos a próceres tales como Policarpa Salavarrieta y el mismo Caldas, de hecho cuando este último fue conducido al "cadalso", trazó con carbón su célebre ideograma θ, de thanatos, que quedó inmortalizado en el claustro a través de una posterior grabación en el muro junto a las escaleras principales, y el cual, se ha acuñado como símbolo de la ciencia en Colombia, siendo hasta hace unos años el logo de Departamento Administrativo de Ciencia y Tecnología - Colciencias de la República de Colombia.

Siglo XIX

Durante el siglo XIX la universidad acompañó en primera línea a la naciente República de Colombia en la búsqueda de su identidad, luchando a la vez por la preservación de su autonomía y, como se reseña en la propia página web de la institución "a pesar de haber perdido buena parte de su patrimonio, asegurando la continuidad de la tarea educativa, entre el fragor de las batallas ideológicas y de las muchas guerras civiles." Véase: El Modelo Educativo del Colegio Mayor del Rosario durante los siglos XVII y XVIII

En 1889 la Facultad de Jurisprudencia se retiró del claustro y fue anexada a la Universidad Nacional de Colombia, por entonces la Universidad del Rosario estaba dedicada a la formación de bachilleres. De 1885 a 1892 la universidad pierde temporalmente su autonomía pasa a incorporarse de igual forma a la Universidad Nacional, por disposición del gobierno nacional. En 1906, tras otro acuerdo con el gobierno durante la presidencia de Rafael Reyes se instituyó nuevamente la facultad de Jurisprudencia. En la actualidad esta facultad se encuentra consolidada como la más representativa de Colombia, gracias a su tradición, historia y por los cargos ocupados en la actualidad por muchos de sus egresados.

Siglo XX

Ya para el siglo XX, y mediante la práctica de tres principios, como lo son: la tolerancia, el respeto por las ideas ajenas y una responsable libertad académica, los alumnos rosaristas se formaron con una conciencia de servicio a la patria, llegando incluso a participar en momentos cruciales de la vida política de Colombia como la Séptima papeleta, pero ante todo con un firme compromiso de fidelidad hacia los ideales del Fundador. No es de extrañar en este sentido, que muchos de los artífices de la Colombia del Siglo XX hayan pasado por sus aulas, siendo algunos de ellos Alfonso López Michelsen, Alberto Lleras Camargo (estudio en la secundaria) y Eduardo Santos, entre otros Presidentes de la República rosaristas de este siglo.

Conserva documentos originales sobre la historia de la universidad, la cual hace parte de la historia de Colombia y de la de Bogotá. El documento más antiguo data de 1646. Se trata del informe que solicitó el rey Felipe IV a la Real Audiencia de Santafé sobre la intención del arzobispo de Santafé, Cristóbal de Torres y Motones, de fundar el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, siguiendo el modelo del Colegio Mayor del Arzobispo en Salamanca. Entre las series documentales más importantes se destacan: cédulas reales, informaciones de nobleza y limpieza de sangre, decretos sobre educación, textos de estudio, libros de matrículas, entre otros muchos y los documentos se examinan por medio de microfilmes.

El claustro

Este símbolo arquitectónico se encuentra en el centro histórico de Santa Fe de Bogotá, separado de la Avenida Jiménez de Quesada por la plazoleta del Rosario y ubicado en la calle Catorce o de Pueblo Viejo, catalogada por expertos como la más antigua de la ciudad, pues comunicaba el Teusaquillo del Zipa con el área urbana demarcada por los conquistadores. El claustro es la sede principal de la Universidad del Rosario y fue construida en la Colonia bajo el estilo escolar del siglo XVII por su fundador Cristóbal de Torres. La entrada está enmarcada por un antiguo portón verde, desde donde se puede contemplar la estatua de De Torres, erigida en bronce por el escultor español Dionisio Renart García en 1909. En los años 1950 el pintor Luis A. Acuña lo reconstruyó por entero, interior y exteriormente, sin recuperar totalmente la arquitectura inicial de la Colonia. En esta edificación de dos pisos se destacan las obras de arte, las placas de héroes, magistrados y poetas. El aula máxima, donde se celebran las principales ceremonias, es una de las mejores pinacotecas colombianas y alberga imágenes de estos siglos.

 

Se conoce como La Bordadita, por acoger la imagen de la Virgen del Rosario bordada sobre tela con seda de colores e hilos de oro y plata, por la reina de España, Mariana de Austria en el siglo XVII. Conserva valiosos lienzos de artistas criollos y europeos como Gregorio Vázquez de arce y Ceballos, Joaquín Gutiérrez y Angelino Medoro, obras estas de los siglos XVI al XVIII. En los años cuarenta, el pintor Luis A. Acuña lo reconstruyó por entero, sin dejar rastro de la construcción de época colonial. Después se dotó a la capilla, de una torrecilla ”español-californiana”.

 

En los años sesenta, Germán Téllez suprimió gran parte de la decoración implantada por Acuña en la nave de la capilla. El templo está sobre el costado sur del claustro del Colegio Mayor del Rosario, consta de dos accesos laterales interiores, uno a nivel del presbiterio y otro sobre el sotocoro; exteriormente, sobre el eje central, la carrera 6 tiene acceso directo a la nave y al campanario.

 

En la Notafilia

El billete de 200 pesos colombianos actualmente fuera de circulación, tiene en su reverso la imagen del claustro de la Universidad del Rosario y la capilla de La Bordadita así como en su anverso la imagen de José Celestino Mutis, catedrático de la universidad.

 

 

Representación frontal de la mariana de la libertad en la ficha acuñada por el banco de la república y utilizada para la acuñación de fichas y e imprenta de billetes.

La admiración de los colombianos por la Revolución Francesa aparece registrada en nuestra historia cuando El Precursor, Antonio Nariño, traduce y publica “Los Derechos del Hombre”. Pocos años después de alcanzada nuestra independencia, encontramos una curiosa adaptación de la figura de la Mariana, adornada con plumas indígenas, en algunas de las primeras acuñaciones de monedas realizadas por los patriotas. A partir del año 1837, la Mariana recupera su aspecto tradicional y se convierte en un elemento utilizado con mucha frecuencia en los diseños de billetes y monedas.

 

A comienzos del siglo XX, cuando se consolidaba la Tercera República Francesa y el estilo republicano se imponía en nuestra arquitectura, no es extraño que los fundadores hubieran escogido el nombre de Banco de la República para bautizar al nuevo banco central que se creaba en Colombia. Tampoco es extraño que adoptaran el símbolo de la Mariana en nuestro escudo.

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